Desde
hace algunos días, vengo manifestando a bombo y platillo en la red,
mi firme intención de acudir el próximo día 22 de marzo a Madrid a
solidarizarme con todos aquellos que, a día de hoy y en nuestro
propio país, comienzan a tener problemas para sobrevivir con unas
mínimas condiciones de dignidad y consciente de que muchos otros, ya
los han rebasado.
Sin
embargo, viendo la pasividad de la mayoría, pareciera que todo esto
que nos está sucediendo es normal o que cuando los ciudadanos de a
pie de nuestro país lo oyen y lo ven, se transportan al tercer mundo
como si tal realidad les quedase muy lejana y no fuese con ellos,
convirtiéndose así en cómplices silenciosos de todo tipo de abusos
y tropelías a su alrededor.
Hasta
ahora he compartido frases, noticias, blogs, imágenes que hace unos
años, a cualquiera de nosotros nos habrían echo saltar del sofá,
cuál si resorte nos impulsará, para expresar nuestra indignación.
Ahora pretendo, sencillamente, que entendáis los motivos por los que
no sólo yo voy, sino por los que creo que vosotros, también
deberíais estar.
He
ido a decenas de manifestaciones a lo largo de estos últimos años,
la mayoría de ellas en una misma dirección: hartazgo de la clase
política, prepotente y jactanciosa, que desde que se instauró la
teórica democracia en este país, han utilizado el poder y la
confianza que les hemos otorgado en las urnas, para hacer de su capa
un sayo; legislar en su beneficio y por sus intereses partidistas;
tenderse alfombras rojas por las que pasear con el dinero que su
status, pagado por nuestros humildes bolsillos, les ha proporcionado;
cuando no para robar de las arcas públicas. Sí, tal como suena,
sencilla y directamente robar -por mucho que no lo condene así el
Código Penal- el dinero que debió ser utilizado para pagar nuestras
necesidades de Educación, Sanidad, Justicia y demás servicios
públicos que habían de proporcionarnos el “Estado de Bienestar”
que promulga nuestra Constitución.
Si
esto es de Ley en un Estado Social y Democrático de Derecho, quizás
habría mucho en nuestras leyes que revisar. Y creo que a estas
alturas, sobran los ejemplos.
Hemos
pasado de ser un Estado nacional a ser casi un Estado dependiente de
las organizaciones internacionales, llámense Unión Europea, Fondo
Monetario Internacional, Naciones Unidas, OTAN o tantos y tantos
otros y con tantas y tantas siglas que nos han envuelto en un mar de
legislación en el que ni los más diestros plusmarquistas, son
capaces de nadar. Y como el desconocimiento de las leyes, no exime de
su cumplimiento, en lo que a derechos y obligaciones se refiere, los
ciudadanos de a pie, estamos “cogidos por los huevos”.
Todo
esto podría resultar muy beneficioso para las personas, pues a
simple vista pareciera que todo se ha hecho con la mejor intención.
Pero ¿qué pasa cuando descubres que a tu persona y a tus
semejantes, todas estas organizaciones y todas estas leyes, sólo
parecen afectarles cuando es para peor? ¿qué, cuando las
resoluciones y dictámenes de todas estos organismos se los pasan por
el forro de las entretelas porque así les conviene e interesa? ¿qué,
cuando tenemos que tragarnos todas las imposiciones de ellas pero se
cargan la justicia internacional?
A
día de hoy, la Declaración Internacional de los Derechos Humanos me
parece tan falsa como nuestra Constitución y nuestra indefensión,
cada día mayor. Porque la triste conclusión es que los ricos son
cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. No puedo
dejar de pensar, que se están descojonando de nosotros.
Y
ahí es donde de verdad intento escuchar a mi sentido común. Porque
de macroeconomía no entiendo nada y de Derecho, muy poco, pero,
afortunadamente, no me fallan ni el oído ni la vista y soy capaz de
analizar al menos, en lo que está derivando todo esto en mi entorno
más cercano, en mi país, en la ciudad en la que vivo y en el barrio
en el que se desenvuelve mi cotidianidad, amen de en mi propia vida,
en la que no pocas cosas, de un tiempo acá, voy viendo cambiar.
Creo
que es hora de que despertemos del letargo -del sueño, creo que ya
nos hicieron despertar apenas empezó a resonar en nuestros cerebros
la palabra crisis- y tomemos las riendas de nuestras vidas y de
nuestra sociedad.
Porque
ni una ni un millón de manifestaciones dispersas a lo largo y ancho
del país, van a arreglar la economía ni van a solucionar todos los
problemas pero un país entero en las calles clamando justicia,
clamando dignidad, clamando decencia, clamando democracia y
demostrando de quienes emana el verdadero poder, les obligaría a
tomar un cambio de rumbo, que si nos callamos y toleramos, nunca
llegará.
No
soy economista, ni tan siquiera se me dan bien los números, pero las
cuentas están claras.
Los
salarios cada día más bajos y las condiciones laborales cada día
más precarias cuando en el mejor de los casos, puedes permitirte el
lujo de trabajar.
Es
su famosa ley de la oferta y la demanda. Ese empezó siendo el icono
del liberalismo y se supone que había de fluir de forma natural.
Pero, pregúntate si es así como fluye y si no es el arma con la que
te roban hoy en día tu dignidad.
Pregúntate
si no son ellos, los que están en posesión del capital, los que
mediante su arquitectura económica, no cierran la oferta para que
aumente la demanda y marcar las condiciones del mercado laboral.
Pregúntate si no será esa la razón por la que interesa que en la
actualidad tengamos ese elevado tanto por ciento de paro. Piensa tan
sólo porque cierra plantas “Cocacola”, por si necesitas ejemplos
de como funciona su macroeconomía o su economía global. O porque
“Zara” produce en el tercer mundo y por qué su dueño figura en
las listas “Forbes” de archimultimillonarios cuyas fortunas
generan pingües beneficios tan solo con que un Banco, pulse un
botón.
Si
no encuentras un puesto de trabajo como asalariado; si no te dan
crédito en el banco porque no tienes con qué responder o sí te lo
dan pero los asalariados no tienen dinero para gastar porque con los
sueldos miserables, descontados los ingentes gastos (hipoteca,
alquiler, luz, agua, teléfono, comisiones bancarias, impuestos:
IRPF, IVA, recogida de basuras, contribución urbana, residuos; y
ahora: medicinas, anotaciones registrales, procesos judiciales;
libros y comedores escolares, transporte público, aparcamiento en
parkin o zona azul; amen de seguros de vida, responsabilidad,
pensiones, salud; gastos bancarios, dejo
espacio para que rellenes tu) dan para poco más que para un techo y
un plato de comida; si tu miserable pensión no te permite llegar a
fin de mes y además tienes que alimentar a tus nietos y a tus hijos porque no pueden
trabajar; si te vas a vivir al campo pero tienes que pagar por
cultivar, por vender, por la burocracia, por existir, ¿cómo podrás
sobrevivir con dignidad?.
¿Cuanto
es el salario mínimo interprofesional? Y aun no entiendes porque
desahucian a gente de sus hogares y te planteas si el “escrache”,
es un delito.
La
mayoría acaba atrapada en sus redes y esclavizada a los intereses
del capital y en la mayor parte de los casos, merced a los medios de
manipulación que también controlan, sin ni siquiera ser conscientes
de su falta de derechos y de libertad.
La
mayoría, se niega a creer que el 99% de los recursos está en manos
del 1% de la población; la mayoría nos negamos a creer que formamos
parte de ese 99 y que así lo seguirá siendo a no ser que nos toque
la primitiva. Y, estadísticamente, demostrado está que es más
fácil que te parta un rayo.
Y
eso es lo que siento que piensan todos esos que manejan desde arriba
hacia abajo nuestras vidas, en una pirámide social y económica que
es fácil dibujar (grandes capitales, grandes empresas, monos de feria y políticos y abajo, la sociedad). A los que están abajo, ¡que les parta un rayo!.
Por
eso creo que todos los que estamos en esa base de la pirámide
social, tenemos algo, y algo muy importante que decir. Cada día, sí,
pero el #22M, también, a ver si de una vez, lo decimos con un sólo
grito, TODOS UNIDOS por la verdad, la democracia, la justicia social
y la dignidad. Porque para poder, hay que querer.
¡Qué
me importa a mi quien convoque mientras de forma pacífica pueda
manifestar mi indignación! No van a imponer un modelo de sistema
sino a manifestar lo que no estamos dispuestos a tolerar de éste que
nos venden como el mejor.
Y
que los falsos y los hipócritas de nuestros representantes, se metan
sus ideologías y sus disfraces de banderas y siglas, por donde
amargan los pepinos.
Con
los derechos y las libertades, con la dignidad de las personas, no se
juega. Que se enteren de una vez por todas!!!!