A
veces, a un naide, le da por pensar soluciones a cuestiones, más que
complejas, fundamentales, y claro, piensa... ¡no estás capacitado
para tan alta empresa!. Sin embargo, bien mirado, por esa misma falta
de capacidad y de responsabilidad, te puedes permitir el lujo de
decir simplemente lo que piensas, sin ningún miedo a equivocarte,
pues cada uno es muy libre de pensar lo que le venga en gana.
Así
ando yo esta mañana, tras la resaca del #23F, sospechando que, una
vez más, nuestras reivindicaciones caerán en saco roto.
Me
invade una terrible sensación de impotencia. No sé vosotros pero yo
tengo la impresión de que, tal y como están concebidas actualmente
nuestras Instituciones, mucho de fondo habría que cambiar para
recuperar o intentar lograr, de una vez por todas, que España sea,
como bien dice la Constitución, un Estado “social”,
“democrático” y “de Derecho”.
Como
muchos de vosotros, supongo, creo que el problema fundamental que
arrastramos casi desde el principio de la transición, es que, una
vez superado el miedo al retorno a un régimen dictatorial y el
escepticismo sobre lo que al país pudiera traerle la recuperación
de los derechos y las libertades -mayormente las libertades-, etapa
que se correspondió con el Gobierno de la UCD, en el país se ha
establecido un bipartidismo connivente, que lejos de representar la
pluralidad política, que reconoce también nuestra Constitución, se
ha hecho con los hilos y maneja, ahora tú, ahora yo, nuestros
destinos desde hace ya aproximadamente 30 años.
Soy
de las personas que piensa que los conceptos de “derechas” e
“izquierdas”, están un poco caducos, máxime si en este país,
cuando pensamos en izquierdas, tenemos que pensar en el PSOE. Pues
-que me perdonen los que se consideren rojos convencidos dentro del
PSOE-, amen de una mayor tendencia a respetar derechos y libertades y
de una mínima mayor tendencia a “favorecer lo público” (y esto
tengo que ponerlo entre comillas por obvias razones, pues no en vano
han sido impulsores de importantes motores de privatización), son
defensores a ultranza del capitalismo más voraz y eso, desde mi
ignorante punto de vista, poco tiene que ver con el obrero y nada o
casi nada con socializar, salvo como mucho, como venimos viendo, las
pérdidas.
Lo
cierto es que España, sí dibuja un mapa de tendencias en el voto
que, atendiendo al número, se aleja mucho de las
posiciones que luego tales o cuales partidos ocupan en el Parlamento.
A
nadie se le escapa que si no fuese por el sistema electoral que
tenemos actualmente, el Partido Popular, ni de lejos hubiese podido
permitirse el lujo de gobernar con mayoría absoluta, por Real
Decreto, obviando las posturas y las reivindicaciones, no sólo del
resto de sus “compañeros” de escaños de otros partidos, sino de
millones de españoles que están a años luz de querer lo que ellos
decretan y de estar de acuerdo ideológicamente con posturas que tan
sólo esa mayoría absoluta, les permite imponer. Debe ser a lo que
el actual Presidente llama haberle votado para que haga lo que está
haciendo -sea esto lo que sea-, hacer lo que tiene que hacer -aunque
sea lo contrario de lo que dijo- y contar con la confianza de todos
los españoles -aunque sólo, a lo sumo, un tercio de ellos, haya
votado al Partido Popular, si bien no dispongo ahora de cifras y me
puedo equivocar-, y todo ello nos lo dice mayoritariamente desde la
sede del Partido Popular y dirigiéndose a los militantes del Partido
Popular (que ya manda huevos).
La
supremacía de los Partidos regionales o nacionalistas, creo que
también está fuera de toda discusión.
En
fin, nada nuevo que no sepamos todos; así ha sido y será si el
sentido común, no lo remedia antes.
Soy
también de esas personas que cree en el consenso, en la capacidad de
negociación y en la posibilidad de llegar a acuerdos que, cediendo
un poco cada uno en sus posturas, puede permitir la convivencia
pacífica si no, desde un exacerbado optimismo, feliz.
Porque,
digo yo que algo habrá el ser humano evolucionado en todos estos
siglos y de algo nos habrá servido tanta experiencia de
enfrentamiento y guerra en los que, al final, perdemos todos menos
los que negocian con ellas.
Creo
que ya va llegando la hora de que el hombre demuestre que es un ser
civilizado y que se distingue del resto de los animales, no sólo en
que es racional, sino también en que es capaz de racionalizar sus
sentimientos, sus buenos sentimientos y convertirlos en el motor de
la civilización, en el motor del mundo (sí, lleváis razón, yo a
veces, también dudo de que nos diferenciemos tanto del resto de los
animales).
Volviendo
a las soluciones, vayamos de nuevo al centro del problema. Para mi es
claro. El 90% de las ideologías que defienden principios y valores,
llamémosle de Derechas (lamentablemente, incluidos muchos de los que
identifican estas derechas con la religión católica), se aglutinan
en el voto al Partido Popular, mientras que los que defienden o creen
en un mundo más social y de una mayor apertura ideológica, llamémosle izquierdas, andan
desperdigados y agrupados en infinidad de siglas, que tal vez
defienden también muy férreos principios diferentes, pero que, en
definitiva, dividen ese voto hasta el infinito y mucho más. Y sin
embargo, yo sí creo que esa pluralidad es buena, seguramente más
constructiva que el hermetismo ideológico que concentra a la Derecha
y a la derechona, que también, salvo casos muy radicales, se integra
en el Partido Popular.
Lo
cierto es que hoy por hoy, probablemente, para una mayoría de los
españoles, no existen buenas ni verdaderas alternativas y se
balancean del PP al PSOE sin que ninguno de los Gobiernos, de ninguno
de los dos partidos, les haya ofrecido los resultados que esperaron
al depositar su voto en una urna. A las pruebas me remito y su
alternancia en el poder, así lo certifica.
Cada
día somos más los que creemos que esto es el resultado de una Ley
electoral -dañina e injusta para el ciudadano que no se identifica
con ninguno de los dos partidos mayoritarios- que sería necesario
cambiar, de forma que todos y cada uno de nosotros se viese
representado en la misma y justa medida en nuestro Parlamento.
Muchas
otras importantes reformas serían necesarias, empezando por una
reforma constitucional que reflejase el verdadero sentir de la nación
a día de hoy que, ni que decir tiene, nada tiene que ver con la
España que intentó enterrar 40 años de dictadura, que se dividió
territorialmente, que se abrió a Europa y al mundo y que en estos
otros 40 años ha cambiado mucho en su forma de ser y en su forma de
pensar. Nuevas generaciones necesitan nuevas propuestas. La
Constitución que votaron en el 78 -que no yo, ni muchos de vosotros-
ha sido tan desarrollada en sucesivas leyes, transposiciones de leyes
y adaptaciones a leyes y tratados internacionales durante casi
cuarenta años, que ya se le podría llamar “Mutación” más que
Constitución porque, al menos yo, no encuentro en ella lo que
evidencio en la realidad (por eso, a veces la llamo también
Prostitución).
Esta
claro que Partido Popular y Partido Socialista llevan años blindando
su supremacía sobre el resto y que de ninguno de ellos va a partir
ninguna de las reformas que garanticen el pluralismo político en
este país, así que, sólo se me ocurre una posible solución:
acudir a las próximas elecciones unidos en una sola opción de voto
todos los partidos que aglutinen esas reformas que los españoles
esperan para la regeneración política que necesitamos; la reforma
necesaria para que los ciudadanos puedan estar representados y
ejercer, honrada y equitativamente, la soberanía que les corresponde
y con el compromiso de que, una vez obtenida la confianza de la
mayoría -que creo se podría obtener-, y una vez llevadas a cabo las
mínimas reformas necesarias para dicha regeneración política,
disolverían de nuevo las Cortes y convocarían nuevas elecciones a
las que cada sigla concurriría con sus programas y proyectos de
políticas económicas y sociales, de forma que el ciudadano pudiera
elegir para que le represente a aquel que diga lo que el diría y
haga lo que el haría.
El
resto del transcurso de la vida política, de la verdadera democracia
en interés de los ciudadanos, habrían de lograrlo los pactos y los
consensos porque, hablando se entiende la gente y no en vano, la
reunión de los representantes de todos los ciudadanos, y no sólo el
hemiciclo en que lo hacen, se llama PARLAMENTO.
¿Sería
tan difícil en este estado actual de civilización del ser humano
encontrar unos mínimos de acuerdo sobre lo que debería ser y
representar la verdadera democracia?
Yo
tengo fe en el ser humano y por ello creo que #sisepuede y ojalá no
tengamos que esperar tres años.
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